El Isleño, un joven que pretende hacer fortuna para casarse con Marina Soledad, su amor de adolescente, lleva el cinematógrafo por primera vez a un recóndito pueblecito rodeado por el mar. Está unido a la tierra firme por un frágil puente de madera... que aparece cortado después de la primera proyección, a imagen y semejanza de lo ocurrido en Robin Hood, único filme que ha traído el isleño. A partir de ese momento la imaginación de los pobladores y sus deseos de conocer y transformar la realidad promoverá un mágico mecanismo mediante el cual cada proyección traerá una película "diferente", que les incitará a actuar en consecuencia en este tributo al centenario del cine.